jueves, abril 07, 2011

A gatas

Apenas y sé como respirarme,
cómo acogerme entre mis propias extremidades.

No sabría como caminar a gatas y distante,
mientras los otros, erguidos, se menean entre los árboles;
no es que yo quiera sentarme en una silla como tú,
a escuchar las aves pasar y las moscas cantar en mis orejas,
no es que yo quiera una existencia más podrida que ésta,
¿a caso hay una más podrida?

Y caminar entre caras extrañadas,
esas que golpean con la vista a su enemigo
y que parecen las mejores, las originales.
Yo no podría. No me atrevo.

Con muchos esfuerzos caminaría como aquella señora
que no me dice nada, que oculta su miedo en un pequeño bolso;
pero ni así, podría quedarme a gatas y distante como ella.

Yo no jugaría con el miedo, yo no jugaría a ser grande
y ponerme esas zapatillas de mamá;
ni siquiera pretendería maquillar mis dedos,
no, no. No es que no quiera, es que no puedo.
No puedo caminar a gatas, como todos.
No puedo jugar a gatas, sentirme a gatas.

Apenas y sé como contraerme ante el frío,
como sonreír ante el espejo en las noches
para que ninguna sombra me deje sin respeto.
Apenas como con las manos, y no me sé de memoria ni los números.

Apenas puedo pronunciar mi nombre,
muy bajito, muy bajito, para no escucharme,
para no creérmelo.
Apenas y sé decir palabras rebuscadas
con tintes poéticos;
así no podría ser un gato a gatas. Ni menearme entre los árboles,
y entre los otros que creen menearse entre los árboles.
Ellos no figuran en esto que se llama esencia.
No es que no quieran, es que no pueden.
La verdad es que están a gatas.
Y yo sentada en tu silla quitándome el tutú.



05.04.2011
Adriana Salgado Durán

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Exprésate! Opina, escribe, critíca, siente, piensa, imagina, crea, construye; eres humano y ésta es tu naturaleza.