miércoles, mayo 19, 2010

Adriana


Podría ya no beber este trago en esta noche
precisamente,
y moler mi sincera desilusión en pedacitos muy pequeños.
Y justo es lo que haré… ya no beberé de mis mustios intestinos y dejaré de pensar en mis amputados deseos.
La madrugada está llegando y ya no me entusiasman tanto los poemas de amor. Sólo miro un techo medio agujerado y pienso en las incesantes almas que comparten conmigo de manera similar una crujiente muerte.
Las cámaras ya no poseen ese mismo flash que motivaba a actrices en los teatros y niños en fiestas infantiles. Y mi colchón se siente más vacío de lo que siempre lo ha estado.
Ciertamente es difícil comprender la soledad en los seres humanos.
Sé que mi colchón no es el único. Y el contraste entre la apatía que formó el caer de mis lágrimas que aún permanecen ancladas a una triste acera y mis supuestas ansias de más, de comerme ideas de latinos y europeos… Forman ese conglomerado de matices nada importantes para la realidad en la que me asfixio constantemente.


Finalmente sólo queda el vino y el cretino que todos llevamos dentro, ese que saca las uñas ante la mínima amenaza… Si no me quiero salvar nadie más podrá hacerlo

Adriana Salgado Durán

Nota: Un poco de pseudo poesía pseudo suicida. No recuerdo la fecha de cuando escribí eso, debe tener medio año o uno quizá.
Fotografía: Yo, mi enfermo cuerpo.

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